Nadie quiere tener un centro de datos propio
Cuando comenzó la digitalización de los procesos empresariales, allá por la década de los 70-80, las compañías que podían permitirse dar este salto (grandes bancos, operadores de telecomunicaciones, gobiernos…) implantaron gigantescas máquinas en sus propias sedes corporativas o en naves habilitadas para tal uso.